miércoles, 29 de mayo de 2013

Tabla periódica de una mujer pantera.







Para explicarla a ella
habría que crear una  nueva tabla
o elemento que la definiera.

Donde las valencias
siempre sean cero.
Donde las columnas 
se enredaran con su pelo.

Para explicarla a ella
deberíamos hacer una nueva tabla
que ardiera o se partiera.

Donde la electronegatividad
se moviera
allá donde ella fuera.

Si fuera un elemento,
sería considerada una mezcla
entre metal  y nitrilo,
por su toxicidad y su brillo alcalino.

Si fuera un compuesto,
reaccionaría solo al roce de la yema
de mis dedos,
sería un gran remedio 
para el desamor,
y se tomaría únicamente
con pequeños sorbos de alcohol.

Como droga,
causaría tal adicción
que hasta los pájaros cantarían
las maravillas que se esconden
tras sus besos.

En volumetrías,
haría precipitar hasta la más
profunda de las penas,
y hasta el papel tornasol,
al verla, viraría.
También podría usarse 
en síntesis cualesquiera,
donde "A" y "B" no reaccionen
sino por el sutil roce catalítico
de sus caderas.

Para explicarla a ella,
crearían un espectrómetro
para medir
los polvos interminables
que ella diera.



1 comentario:

  1. En esa autopista de hielo
    donde tú derretías con besos mis senos,
    donde calmabas con caricias
    las erizas de mi pelo.

    Nadábamos a deshoras entre copas
    los "tequieros" que tú brindabas en papel.

    Que tus dedos como viento veloces
    se dirigen hacia la salida de mis piernas,
    mientras mis gemidos rompían las palabras
    que callaba en tu boca.

    Que tu boca callaba los gemidos
    que ahogabas en mi cuello,
    mientras mis dedos se fundían en tu pelo
    por no poderlo hacer en tu piel.

    Que tu piel lloraba de felicidad
    robando las lágrimas de mi garganta,
    mientras tú me devolvías la saliva gota a gota
    con tu lengua recorriendo mis entrañas.

    Que me extrañas en tu cama
    y yo deseo en este momento,
    que vengas y derribes con matices las persianas,
    las penas y las ganas.

    Y que hagamos callar
    a los gatos callejeros en celo,
    con la intervención y tan ferviente deseo.

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