
Llovía.(punto) A mi derecha, lluvia..(dos puntos) A mi izquierda, todavía lluvia...(tres puntos) A pesar del tétrico paraje, el cual se veía acentuado por un cielo cenizo, yo no podía parar de reír. Las ramas de los árboles, desnudas ya por la inquietud del viento, frenaban mis carcajadas con un abúlico movimiento acompasado por el viento.
Reía por todo, nada podía escapar de mi endemoniado regocijo, una tétrica misa de carcajadas que lloraban el nítido esfuerzo del cual eran dueñas. Me reía de las hojas bailadas por la inseguridad del viento, resignadas ya por tener que desempeñar tal fin, me reía de los cuervos que contemplaban impasibles la escena, me reía de la propia soledad que se respiraba y hasta del hombre que dormía, cómodo, en aquella extraña caja de madera. Sin duda, aquel era el protagonista de la escena, se hallaba solo, situado junto a mí. Lo veía tumbado, yerto de rabia, aderezado con maquillaje barato para ocultar el exánime rostro, y un traje de gala tan inservible como aquel rito. Las manos en cruz y los parpados cerrados. Mi risa se acentuó aún más al ver mi cuerpo dentro de aquella difunta arca. Me reía de mí. De mi insignificante cadáver que se hallaba solo, sin más compañía que el paisaje, el viento, los cuervos y yo. Y YO no podía dejar de reír, y así fue como YO me reía de MÍ y MÍ se resignaba ante YO. Y se volvió el llanto en risa, la soledad en silencio, y la nada, en algo un poco más vacio. Y así fue como convertí la nada en algo. Y ese algo, muere todos los días a la misma hora, cada vez más vacio, junto con el occiso que siempre le acompaña acicalando su asqueroso ser. Y en su lápida puede leerse cada día, a la misma hora, << Mi YO de nuevo, hasta mañana>>, acompañado por mi risa que le hostiga, otra vez, cada día, a la misma hora, la hora de mi muerte.